La Terapia Gestalt potencia el desarrollo de la persona ayudándola a tomar conciencia y asumir la responsabilidad de aquello que necesita en el momento presente para, de este modo, alcanzar un equilibrio interno y externo en su relación consigo mismo/a, con los/as demás y con el entorno más cercano. En este sentido, la responsabilidad se entiende como la elección de la respuesta que damos a aquello que nos ocurre interna (sensaciones, emociones, sentimientos, pensamientos) y externamente.

En el lenguaje gestáltico se ha extendido, de manera popular, la expresión “eso es tuyo”, haciendo referencia a aquello que le pasa al otro/a y que, por tanto, no forma parte de mi responsabilidad, tratando de esta forma de evitar la tendencia del otro/a a responsabilizarme a mí de lo que le pasa a él o a ella.

Hasta aquí, el señalar lo que forma parte de mi responsabilidad y lo que no, suele contribuir a que la relación se clarifique y que cada cual se haga cargo de lo que le corresponde, evitando así la tendencia a manipular y a ser manipulado/a a través de la culpa, el chantaje emocional y/o la victimización, entre otras formas de extorsión. Es decir, se potencia la autonomía frente a la dependencia, la responsabilidad frente a la culpa, la claridad frente a la manipulación.

 

 

Sin embargo, en cualquier tipo de relación, pero especialmente en aquellas donde existe un vínculo emocional significativo, se genera una especie de “baile” o “danza” en el que mi respuesta provoca una reacción en el otro/a, que a su vez responde provocando una reacción en mí. Esta interacción circular tiene una manera y forma determinadas que se define como “relación”, compuesta por las respuestas de ambos/as y que, por tanto, es una construcción de dos, que es diferente a las personas que la componen, siendo aplicable aquí el principio aristotélico según el que el todo es mayor que la suma de sus partes. Es una realidad en sí misma que tiene vida propia y unas necesidades concretas. Al ser una co-creación, es responsabilidad de las personas que la componen, ambos son co-responsables.

«El todo es más que la suma de sus partes»  (Aristóteles)

De esta manera, lo tuyo y lo mío pasa a ser lo nuestro, nuestra relación. Si podemos entender y aceptar que la relación entre ambos/as es responsabilidad de ambos/as (algo obvio), la idea de que dentro de una relación uno/a es exclusivamente responsable de lo propio, pasa a relativizarse y poder cuestionarse, esto es, aunque la manera en que yo me relaciono con el mundo depende exclusivamente de mí, esto no significa que yo pueda abstraerme del impacto que mi respuesta pueda generar en el otro/a, y aunque yo no sea responsable de como gestiona el otro/a ese impacto, de su respuesta , sí soy, en parte, responsable del impacto que puede generarle mi propia respuesta, puesto que ambos/as estamos “en relación”.

De este modo, cuando le decimos a alguien “eso es tuyo”, le estamos diciendo que nosotros/as no podemos elegir como responde a lo que le ocurre, pero no que lo que le ocurre tenga que ver exclusivamente consigo mismo/a, puesto que nosotros/as somos co-responsables, de manera recíproca, de lo que nos pasa a ambos/as dentro de la relación y, por tanto, asumimos que la manera en qué respondemos influye en el tipo de relación que se establece.

Esta asunción de responsabilidades permite que la comunicación se establezca de una forma fluida, evitando emplear de forma errónea expresiones como “eso es tuyo” o similares, que en vez de ayudar a clarificar la relación, puedan convertirse en armas arrojadizas que fomenten el desencuentro y la pelea.

Aunque yo no sea responsable de cómo gestiona el otro/a el impacto de mi respuesta (su respuesta), sí soy, en parte, responsable del impacto que puede generarle mi propia respuesta, puesto que ambos/as estamos “en relación”

 

David Salas, Director y Fundador de CuatroVientos